El 20 de abril del presente año celebraremos ciento dieciocho años del milagro de amor de nuestra Madre Dolorosa. La Provincia Ecuatoriana de la Compañía de Jesús recibe como todos los años desde 1906 el inmerecido encargo de organizar las celebraciones de la novena y fiesta que en esta ocasión sucederán entre el viernes 5 y domingo 14 de abril por causas que son de conocimiento público.

Desde aquel viernes 20 de abril de 1906 en que un grupo de alumnos internos junto a dos jesuitas del Colegio San Gabriel vivió una admirable visita de Dios en la imagen de Nuestra Señora de los Dolores que pendía al ingreso del comedor la vida espiritual de Quito y nuestro país cambió de forma radical. No sólo la Compañía de Jesús sintió que algo extraordinario había ocurrido “en el plantel de educación católica que más había sufrido los embates de la persecución” (Julián Bravo, La Dolorosa del Colegio, 69), sino que la mayoría de la población ecuatoriana que profesaba la religión católica sintió que Dios de manera providencial se “ponía de su lado” en tiempos que habían exigido el supremo testimonio de fidelidad como había ocurrido nueve años atrás en el Colegio San Felipe de Riobamba.

El impulso que la Compañía de Jesús, principal heredera de este evento, sintió en los albores del milagro se actualiza de forma renovada en cada una de las obras que en este 2024 “nos sentimos parte activa de la Iglesia sinodal y en salida, comunidad profética que examina y discierne las exigencias de nuestro tiempo y contexto, desde la perspectiva de Jesús” (Plan Apostólico Provincial 2023-2028, 34).

La imagen de la Dolorosa es de gran riqueza simbólica como lo recoge la plegaria que rezamos de manera habitual en las comunidades jesuitas y obras apostólicas: “…por tus lágrimas, por la corona de espinas, por los clavos que llevas en tus manos, por las espadas de dolor con que nuestros pecados traspasaron tu corazón, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos…” Estos poderosos símbolos han inspirado oraciones, cánticos y plegarias y, además, han modelado el modo de proceder de las obras de nuestra provincia como lo experimentamos en el Centro Cultural Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

Esta señera obra cultural fundada por el P. Aurelio Espinosa, S.J. el 1 de abril de 1929 se esfuerza cada día por replicar en su misión y visión valores inspirados en el amor, compasión y fidelidad que nuestra Madre Dolorosa entrega a nuestra patria desde 1906. Cerca del centenario de fundación del Centro Cultural nos sentimos fortalecidos e inspirados por nuestra madre a continuar la senda trazada por el P. Aurelio y proseguida por el P. Julián Bravo, S.J. de promover el acceso a la cultura y ser un aporte sustancial a la reconciliación de nuestra sociedad.

La imagen de la Dolorosa brindó, además, a la Compañía de Jesús en Ecuador una viva y actualizada encarnación del carisma que Dios prodigó a la Iglesia en la persona de san Ignacio de Loyola. Atributos o signos distintivos ignacianos como hacerlo todo a la mayor gloria de Dios para hallarlo en todas las cosas y lograr una visión universal de servicio se revelan de manera admirable en la imagen de la madre del Señor que custodia los elementos claves de la pasión salvadora que Dios Padre ofrece a la humanidad entera. La Dolorosa encarna los valores ignacianos y ella, a su vez, los inspira. Por ello, nuestra Madre Dolorosa simboliza lo que toda obra jesuita debería ser: auténticamente cristiana al servicio de la “promoción de la justicia, la defensa de la dignidad, la equidad y los derechos de una humanidad reconciliada consigo mismo y con la casa común…” (Plan, 34).

Desde el Centro Cultural pedimos a nuestra Madre Dolorosa que nos aliente a vivir y contagiar a las personas que servimos de los valores propios de la espiritualidad ignaciana para poder en todo amar y servir.

Iván Lucero, S.J.

Cotocollao, 23 de marzo de 2024